Lactancia materna e inteligencia

Hoy hemos visto este artículo en la revista Tu bebé que nos ha parecido tan bonito, tan cierto y tan necesario, que lo queremos compartir con todas vosotras.

Si hubieras nacido en otro tiempo, ni siquiera habrías podido plantearte si dar el pecho o no: la lactancia materna era algo asumido, imprescindible para la supervivencia del bebé, al igual que para cualquier otra especie mamífera. La llegada del biberón, las potentes campañas a su favor y las interferencias hospitalarias a la lactancia en el momento del parto cambiaron el panorama, y amamantar o no amamantar al bebé se convirtió en una cuestión de elección… o de suerte.

Han hecho falta miles de estudios que demuestran sus beneficios, así como la labor de muchas asesoras de lactancia y profesionales sanitarios bien formados, para que no desapareciera completamente.

Los múltiples beneficios de la lactancia materna

Seguramente, habrás leído en la prensa, en Internet… artículos sobre los beneficios que la lactancia materna supone para la salud, la cantidad de enfermedades que ayuda a prevenir en el bebé y en su madre, tanto a corto como a largo plazo, desde infecciones hasta alergias, pasando por la diabetes, y llegando incluso hasta el cáncer de mama en la madre.

Sin embargo, poco o nada se sabía sobre si el hecho de haber sido amamantados durante la infancia influía o no en la calidad de vida llegados a la edad adulta, dejando a un lado los ya reconocidos beneficios para la salud y centrándose más en otros aspectos, como, por ejemplo, la capacidad intelectual, el nivel social y económico…

Ventajas bien documentadas

Esto es lo que ha analizado un equipo de investigación de la Universidad Federal de Pelotas (Brasil), que ha seguido la evolución de 3.500 niños y sus familias a lo largo de nada menos que 30 años. El objetivo era corroborar si lo que mostraban otros estudios similares realizados en Europa, que relacionaban lactancia e inteligencia, era cierto, pero al mismo tiempo identificar hasta qué punto los resultados podían estar influidos por el hecho de que la lactancia materna es más frecuente y prolongada en mujeres con un alto nivel educativo y adquisitivo, lo que también influye en el coeficiente intelectual de sus hijos.

Así pues, en este estudio participaron niños de diferentes estratos sociales, divididos en cinco grupos en función del tiempo que tomaron leche materna. Los investigadores identificaron 10 variables sociales y biológicas que podían influir en el cociente intelectual de los hijos, tales como el nivel de estudios y de ingresos de los padres, la edad de la madre, si había fumado o no durante el embarazo, el peso del bebé al nacer y las circunstancias que envolvieron al parto. En 1982 se inició el estudio, se recogieron los datos sobre los primeros años, y cuando los niños cumplieron 30 años les pasaron los test de inteligencia. Las conclusiones sorprendieron incluso a los propios investigadores.

¡Salarios más altos en el futuro!

Los resultados no dejaron lugar a dudas: el estudio puso de manifiesto que los bebés amamantados tuvieron mejores puntuaciones en los test de inteligencia, lo que se traducía en que al llegar a la edad adulta alcanzaban un nivel educativo más alto y mejores salarios. Pero todavía hay más. La duración de la lactancia era determinante: cuanto más tiempo habían sido amamantados los niños, mayores eran los beneficios que obtenían. Por ejemplo, aquellos que habían disfrutado de la lactancia materna durante un año tenían cuatro puntos más en los test de inteligencia (alrededor de un tercio por encima de la media), y en el momento de la prueba cobraban 341 reales más al mes (más o menos, un tercio más del ingreso medio) que los que habían sido amamantados durante menos de un mes.

Hace años que sabemos que la lactancia materna favorece la salud del bebé, y en los países en vías de desarrollo esto puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Pero el trabajo de este equipo brasileño da un paso más allá y demuestra que en la naturaleza todo es coherente, y que la leche de mamá no solo es buena para el organismo de ambos, sino que resulta beneficiosa en todos los aspectos de la vida.

Efectos en el cerebro

¿Cuáles son las razones por las que la leche materna puede influir en la inteligencia del bebé?

  • Desde el punto de vista nutricional, la leche de cada especie mamífera tiene la proporción y calidad de nutrientes adecuada para el desarrollo cerebral de sus crías. La leche materna humana contiene ácidos grasos de cadena larga, los cuales forman parte de nuestro cerebro.
  • Además, la lactancia materna pone en marcha sofisticados procesos hormonales y de comportamiento que nutren el vínculo madre-bebé, lo que también tiene un efecto sobre el cerebro. Un buen vínculo nutre la inteligencia emocional y social del bebé.