Otro relato de parto natural de una alumna del centro

Siguiendo con vuestras peticiones, seguimos publicando más partos de alumnas de MásNatural.

 

Hola a tod@s, lo primero expresar mi infinito y eterno agradecimiento a Cristina, las que ya la conocéis sabéis a lo que me refiero, gracias Cristina por abrirnos los ojos y enseñarnos otro camino, por mimarnos, y por hacernos dueñas de nuevo de algo que nos habían robado,… por tu encomiable trabajo, y quizá por eso ahora siento que tengo la pequeña “responsabilidad” de contar mi historia, y devolver un poco de eso que nos has regalado.

Recuerdo el primer día que me senté en una silla de Más Natural, estaba aterrada por lo que me iban a contar, pero me tranquilizaba pensando, “bueno es un trago que hay que pasar en la vida, que me pinchen toda la epidural que tengan y si hace falta anestesia general… lo que sea… y luego por fin tendré a mi bebe y olvidar el horror ese”, Cristina empezó a hablar y a mí se me saltaban las lágrimas del puro miedo que me invadía al pensar en la tortura del parto… poco a poco al oírla me iba tranquilizando, y finalmente me di cuenta de lo tremendamente desinformada que estaba, tomé la decisión de que quería ser yo la que diese a luz, rodeada de los mejores profesionales, me animé y pensé que claro que quería vivir ese momento, informada, convencida y con todo el amor hacia mi hijo.

Por el camino me encontré algunas piedras y pedruscos que tuve que apartar. Cuando hablas de tener un parto respetado te miran como si fueras una loca, desde algún ami-enemigo que me tachaba de egoísta por no ir a La Paz e ir a una clínica privada solo por mi comodidad de estar en una habitación solos, y ¿si le pasaba algo al bebe?, ¿Quién iba a tratarlo mejor que en La Paz? (Será que no hay magnificas UVI de neonatos, o ambulancias en casos extremos), pasando por  el ecografista que me dijo que lo que llevaba ahí era un “jeti” y que eso no lo podría “parir yo ni de broma”(¡jajaja! pues si lo hice, y sin episiotomía, ni fórceps, ¡yo solita!), hasta el anestesista, que cuando le comenté mi intención de no usar epidural le dio la risa, me llamo ingenua y para colmo me dijo que si no me la ponía nada más llegar que no pensase que iba a estar ahí para cuando a mí se me antojase ponérmela. Más que desanimarme estas cosas me hicieron desear con más ganas ir a delante con un parto respetado.

Y así fue, un buen día de la semana 39 empezaron las contracciones, mi marido y yo nos preparamos para el momento, tranquilamente pasamos la tarde en casa, hasta me dió un respiro para cenar y echarme un ratito, cuando aquello ya cogió ritmo fuimos a la clínica.

Nos quedamos en la sala de partos porque la cosa ya iba en serio. Cuando llegó la Doctora vio que algo no iba bien, nos dimos cuenta porque salió con la matrona fuera de la habitación. Yo seguía muy concentrada en el momento, respirando, tranquila, permitiendo a mi cuerpo trabajar, entre contracción y contracción aún tenía tiempo para decir tonterías (recuerdo a todos escondiéndose para reírse ¡estuve “sembrada”!) Llegó un momento en el que la doctora me dijo que me tenía que hacer una maniobra dolorosa pero era necesario,  Huguete se había colocado regular y podía quedarse mal encajado, la Doctora tuvo que rechazarlo y vi las estrellas! Pero lo peor que necesitaba que pujase y la verdad que yo no sentía ganas ni era muy capaz de pujar en ese estado… perdí la confianza en mí…

Pero bueno yo seguía concentrada con mi mantra “yo permito, yo confío, yo me abro” poco a poco… Hugo que es un campeón se colocó genial y ya iba todo viento en popa!, la verdad que aquello cada vez era más INTENSO, llego un momento que dije que si aquello iba a ser aún más intenso que un poquito de epidural por favor… ya me dijo la Doctora que si seguía así en breve podría abrazar a mi pequeño, y es verdad, tu cuerpo no te da más de lo que puedes soportar, duele sí, pero no como para desmayarte o volverte loca como en las películas, es un dolor como nos decía Cristina por algo, una experiencia que te convierte en “mamá leona” para siempre!

Finalmente llegó el momento de los pujos, aquí fue una pena que como había perdido la confianza en mi capacidad de empujar por la maniobra que me hizo la Doctora, me entró el miedo de no ser capaz de expulsar a Hugo, y cuando me tocaba empujar se me olvidó respirar, las clases…todo…, y pujé tan fuerte que ¡en 5 empujones ya lo tenía en mi pecho! ¡Qué campeones!

¡Fuimos un equipo! Los papas, la Doctora, la matrona y por supuesto ¡HUGO! Aun hoy me emociono cuando pienso en ello, que gran experiencia, ya han pasado más de dos años, pero me enseñó a respetar la naturaleza del parto y de la crianza, respetar a Hugo que hoy es un niño FELIZ, seguro, alegre, tiene “algo” que encandila a todo el mundo…. Y bueno ahora estamos esperando un nuevo bebé. Tengo claro que repetiré igual si el parto es en salud, pero esta vez RESPIRANDO EN LOS PUJOS!Jejeje!

Un abrazo para todos,

Eva

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