Pruebas diagnósticas en el embarazo

La ecografía es la prueba diagnóstica clave para toda embarazada: desde la vaginal, que se realiza las primeras semanas de gestación para comprobar que el embrión está bien implantado, pasando por las ecografías de las semanas 12 y 20 o la del tercer trimestre. Los ginecólogos que las realizan son capaces de interpretar las manchas blancas (huesos), negras (líquidos) y los órganos del bebé, que se reflejan en la ecografía como unas nubes grisáceas. La exploración ecográfica constituye un elemento esencial para el diagnóstico de la salud del bebé y es pieza fundamental para la detección de malformaciones.
La ecografía bidimensional o 2D es la modalidad que se más se utiliza: ofrece secuencias de imágenes en diferentes escalas de grises. Los planos de la ecografía en 2D pueden pasarse a 3D, formando un bloque que tiene volumen y puede almacenarse en el ordenador para su estudio exhaustivo. Por ejemplo, efectos como la visualización de la cara del bebé se obtienen ajustando los controles de pantalla para que sólo se vean los ecos que genera la piel del rostro del niño.  La ecografía 4D se consigue al proyectar los volúmenes generados por los volúmenes en 3D, lo que da sensación de movimiento.
En la semana 12, es fundamental comprobar el grosor del pliegue nucal a través de la ecografía denominada translucencia nucal, que puede dar la voz de alarma sobre posibles anomalías fetales. Si el espesor del pliegue sobrepasa los parámetros considerados como normales, puede que el bebé padezca alguna malformación. No obstante, las alteraciones cromosómicas sólo pueden diagnosticarse al cien por ciento examinando células o AND fetal, ya sea del líquido amniótico, de la sangre o de las vellosidades coriales.
En la semana 20 de embarazo se practica otra ecografía fundamental para comprobar el desarrollo del bebé. Esta prueba intenta verificar la buena salud del bebé (explora sus movimientos, la cantidad de líquido amniótico, la presencia de miomas en el útero, la buena colocación de la placenta, el cordón umbilical..) y realiza un amplio recorrido por todas las estructuras y órganos del bebé. Objetivo: descartar malformaciones físicas. Se hace un examen exhaustivo por las estructuras cerebrales, la columna vertebral, órganos como el corazón, intestino, riñones, aparato genital, la cara y el tórax, entre otras cosas. Por añadidura, ésta es la ecografía en la que se suele ver el sexo del bebé; el porcentaje de acierto es muy elevado, más del 98 por ciento.
En cuanto a la ecografía del tercer trimestre, los especialistas están muy pendientes de la colocación del feto de cara al parto. Las llamadas presentaciones podálicas (de nalgas, de pie) o transversales (el niño está atravesado en el vientre materno) pueden dificultar el parto vaginal si el bebé no cambia de postura a tiempo. También en esta prueba se pueden detectar anomalías que no se han podido observar en la semana 20. Un ejemplo es el cuerpo calloso cerebral (estructura que intercomunica los dos hemisferios), cuyo desarrollo no se completa hasta el tercer trimestre; algo similar sucede con las obstrucciones intestinales: muchas veces se detectan en la ecografía final del embarazo.
Además de estas exploraciones ecográficas de rutina, el ginecólogo puede decidir realizar alguna más ante alguna enfermedad de la madre (diabetes gestacional) o alguna anomalía en el feto (crecimiento intrauterino retardado, espina bífida…). También se realizan ecografías de urgencia por complicaciones graves en el embarazo como placenta previa o desprendimiento de dicho órgano, situaciones que suelen desembocar en parto prematuro.

Artículo publicado en Natalben.